Entre
el 30 y el 50 por ciento de los bebés con síndrome de Down tienen defectos
cardíacos. Algunos defectos son de poca importancia y pueden ser tratados con
medicamentos, pero hay otros para los que se requiere cirugía. Todos los bebés
con síndrome de Down deben ser examinados por un cardiólogo pediátrico, un
médico que se especializa en las enfermedades del corazón de los niños, y ser
sometidos a un ecocardiograma durante los 2 primeros meses de vida para
permitir el tratamiento de cualquier defecto cardíaco que puedan tener. Entre
el 10 y el 12 por ciento de los bebés con síndrome de Down nacen con
malformaciones intestinales que requieren ser corregidas quirúrgicamente. Más
del 50 por ciento tienen alguna deficiencia visual o auditiva. Entre los
problemas visuales más comunes se encuentran el estrabismo, la miopía, la
hipermetropía y las cataratas. La mayoría de los casos pueden ser tratados con
anteojos, con cirugía o mediante otros métodos. Se debe consultar a un
oftalmólogo pediátrico durante el primer año de vida del niño. Los niños con
síndrome de Down pueden tener deficiencias auditivas por causa de la presencia
de líquido en el oído medio, de un defecto nervioso o de ambas cosas. Todos los
niños con síndrome de Down deben ser sometidos a exámenes de visión y audición
de forma regular para permitir el tratamiento de cualquier problema y evitar
problemas en el desarrollo del habla y de otras destrezas. Los niños con
síndrome de Down tienen mayores probabilidades de sufrir problemas de tiroides
y leucemia. También tienden a resfriarse mucho y a contraer bronquitis y
neumonía. Los niños con este trastorno deben recibir cuidados médicos
regulares, incluyendo las vacunaciones de la niñez.
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